Una persona clara, directa y sin tapujos que nunca ha tenido miedo a decir lo que piensa. Un hombre de principios al que el fútbol ha regalado muchas satisfacciones, pero por encima de todo unas relaciones personales que le encanta mantener y cuidar. Faustino Cano Fernández (Torres de Cotillas, 1951) fue presidente del Real Murcia entre 1995 y 1997. Desde el Jardín de la Pólvora, un lugar privilegiado para él por la paz que le transmite, habla largo y tendido para ‘Murcia Deportivo’ sobre los capítulos más destacados de su vida, de la que ahora disfruta como gran abuelo de sus nietos y lector voraz, sin olvidar nunca el sentimiento que lleva por dentro hacia el club de la capital.

No todo son despachos, ya que los inicios de Faustino Cano fueron sobre un terreno de juego como protagonista. “A los catorce años estaba estudiando en los Jerónimos y jugué en un equipo federado de la Ñora. Nos veían jugar allí y, entonces, vino el Murcia Infantil y me propuso jugar con ellos al año siguiente. Me fui, quedamos campeones de esta parte de España y fuimos a jugar las finales a Huelva, donde me parece que quedamos terceros por detrás del Barcelona y del Atlético de Madrid. En aquella época el Murcia cogía lo mejorcito que había en toda la Región, y ahora no se puede hacer eso, porque hay un montón de equipos de España trabajando a la gente que nace aquí. Antes era solamente el Madrid y el Barcelona cuando los jugadores despuntaban ya mucho. Se ve que nosotros no lo hemos hecho muy bien para que eso se dé”, cuenta.
El nivel del torreño en el verde incrementó y le propició un salto de varias categorías en las bases del club pimentonero: “Fernando Vidal me pasó de los Infantiles al Murcia Juvenil A, sin pasar por el B ni por el Imperial. La delantera era Riquelme, Nono, Demetrio, Faustino y Cuenca”. Todo iba a pedir de boca hasta que, a los 16 años, comenzó a ascender su calvario personal con las lesiones, algo bastante atípico para un jugador tan extremadamente joven. “Me operaron a los 16 años de menisco, a los 17 me quitaron el otro menisco y luego me operaron del cuádriceps. Me quedé listo de papeles. Entonces me fui a trabajar con mi padre en la obra”, explica.
Un buen día, mientras trabajaba, se presentó allí Pepe Puche, que era entrenador del Mazarrón en Primera Regional: “Me dijo: «Faustino, ¿quieres venir a jugar con nosotros?» Yo le dije que estaba cojo, y me contestó: «¡Coño, vente y te pruebas!» Asi que me fui y allí marcaba goles, hasta tal punto que me ofrecieron debutar con el Calvo Sotelo en Puertollano. Allí estuve cinco o seis meses y se me hinchaba la rodilla después de cada entrenamiento. Mi pierna buena era la derecha y terminé sacando los córneres con la izquierda. Me retiré y hubiese querido saber si yo valía para el fútbol o no, porque no pude estar en condiciones tras cumplir los 16 años”, narra con añoranza.
“Mi pierna buena era la derecha y terminé sacando los córneres con la izquierda”
Tras muchos años dedicándose a otros derroteros alejados del fútbol, como las promotoras y las agencias inmobiliarias, en 1995 le llegó la gran oportunidad de presidir el palco del club en el que jugó de niño y del que había sido socio toda la vida, aunque le costó aceptarlo: “Fui el último presidente electo del Real Murcia hasta convertirse en Sociedad Anónima. El Murcia ha tenido, por desgracia, muchos vacíos de poder, y la Federación Murciana de Fútbol se ha tenido que hacer cargo a través de gestoras. El presidente de la Federación era José Luis Morga y siempre me decía que contaba conmigo para la gestora. Antonio Sánchez Carrillo y Paco Sánchez Sabater me pidieron que me presentara, pero les dije que no entraba en mis pensamientos”.
Finalmente, ante la previsión de que pudieran entrar a la presidencia personas ajenas a la Región y al Real Murcia, accedió. “Al final me convencieron porque el Murcia tenía que ser de socios de aquí, de Murcia, de sentimiento. Pensaron que yo podía ser la persona para sacar a ese Murcia de la UCI. Me dijeron que gozaba de la simpatía de los socios y por eso fui”, asegura. Se convirtió, por tanto, en el trigésimo sexto presidente de la institución grana.
“el REAL Murcia tenía que ser de socios de AQUÍ, con sentimiento”
El destino es caprichoso, y con Faustino Cano quiso que el historial de partidos como máximo dirigente del Real Murcia se estrenara contra el equipo de su municipio natal: “El primer partido que jugamos fue, precisamente, contra el Cotillas unos días antes de Navidad. El campo se llenó hasta arriba, el desplazamiento de Murcia fue muy grande y, en aquello, que tenía capacidad para mil personas, metimos a más de cuatro mil. Fue muy emotivo para mí”.
También recuerda con cariño un ascenso a Segunda División con José Luis Ortín y él en la Junta Directiva. “Jugamos la liguilla de ascenso contra Getafe, Granada y Barakaldo. Hicimos un trabajo que creo que salió muy bien, porque jugamos los dos partidos contra el Granada y lo dejamos fuera de combate, que para nosotros era el mejor equipo que había en el grupo. Después queríamos que el Granada, que tenía que jugar en Getafe, no perdiera allí, y empataron. El último partido, que nos tocaba en Barakaldo, lo jugamos ya habiendo ascendido antes en La Condomina”, expresa.

Ocupar cargos de este calibre genera muchas alegrías, pero también, inevitablemente y a la larga, arrepentimientos y asuntos que quisieron llevarse a cabo, pero no se pudieron. “El tema de la cantera ha sido siempre ese puñal que llevamos clavado todos. Empezamos queriendo cuidarla y al final no hemos sabido hacerlo. Hay una gran cantera en Murcia, eso es indiscutible, y no hemos sabido llevarla. Me hubiese gustado haberlo hecho”, afirma sobre el gran problema de la cantera regional, que es una de las más talentosas y, a la vez, más exportadoras del fútbol nacional.
La Noche Buena de 1997 tuvo un sabor amargo en la capital del Segura, y es que Faustino Cano presentó su dimisión como presidente del Real Murcia CF. “Lo tenía pensado ya un tiempo, estaba cansado. El Murcia, en esas situaciones tan precarias, desgasta mucho y acapara mucho. Yo estaba agotado y había algunas cosas con las que no estaba de acuerdo, y pensé que lo mejor era dimitir. Llamé a Antonio Sánchez Carrillo y le dije que convocara una rueda de prensa en La Condomina, que pidiera perdón por ser mal día, pero yo iba a presentar mi dimisión e irme a casa. Sin follones, como se debe ir uno”, afirma. Y añade: “Cuando salí del Murcia le prometí a mi mujer, como ella me había seguido a todos lados, que cuando lo dejara le iba a dedicar todo el tiempo a ella y a la familia”.
“Cuando salí del Murcia le prometí a mi mujer que le iba a dedicar todo el tiempo a ella y a la familia”
El torreño siempre ha estado vinculado, de una manera u otra, al club grana. Cano fue socio toda la vida hasta la llegada de Jesús Samper, con el que tuvo sus diferencias por convertir el club en Sociedad Anónima Deportiva, y eso le hizo tomar una decisión muy dolorosa. “Sigo teniendo el mismo cariño al Murcia, el mismo sentimiento, pero desde aquello no me ha atraído ningún proyecto. Esta gente no trató con cariño a la afición, porque llegaron y lo primero que nos hicieron comprender fue que nosotros ya no teníamos nada que ver con el Murcia. Ya no éramos socios, solamente éramos abonados y no teníamos ningún derecho”, declara.
“Sigo teniendo el mismo cariño y sentimiento hacia el Murcia, pero desde aquello no me ha atraído ningún proyecto”
La gota que colmó el vaso de Faustino Cano fue un día de partido en La Condomina: “Fui con mi carné y yo estaba ya, por el número que tenía de socio, cerca del palco, pero ese día la azafata me llevó para la esquina del fondo sur, y le dije: «Señorita, creo que está equivocada». Me dijo que no, asi que mi mujer y yo nos vinimos a mi casa, y ahí terminó mi historia con este tema. He vuelto alguna vez por cosas de fútbol con Juan Manuel Asensi, y a la Nueva Condomina solo he ido una vez, a un partido contra el Valladolid en Primera. Me invitaron cuando vino la Selección Argentina, pero siempre he declinado todas las invitaciones”.

En cuanto a su relación con los aficionados y con la prensa, el expresidente afirma: “Bajo mi presidencia, dije que estaba a disposición de los socios todos los lunes. Cualquier socio que quisiera hablar con el presidente, solicitándolo, yo lo atendía. Lo mismo con los medios de comunicación, que por respeto a ellos y al Murcia, les dije a todos los periodistas que debía ir nada más que a una radio o a una televisión. Yo no podía ni iba a estar como un maletín para allá y para acá. El primero que lo dijera y que me lo solicitara, a otro ya no iba, independientemente de si tenía más o menos audiencia. Eso fue una cosa que luego me agradecieron cuando dimití. He sido, seguramente, el único presidente en la historia del Murcia que, cuando dimití, los medios de comunicación se juntaron y me invitaron a una comida. Me dieron un obsequio agradeciéndome el trato que les había dado tan respetuoso y cumplí lo que había pactado con ellos”.
“cuando dimití, los medios de comunicación me invitaron a comer y me obsequiaron como agredecimiento”
Si el periodismo deportivo tuviera nombre y apellidos en la Región de Murcia, se llamaría Juan Ignacio de Ibarra Pérez Nolla, un hombre que marcó un antes y un después y que fue íntimo amigo de nuestro protagonista. “El ‘Maestro’ y yo teníamos relación desde hacía 40 años, antes de pensar en ser presidente del Murcia ni de ser nada. Todas las semanas me preguntaba dónde estaba, y yo le decía que en el mejor pueblo de Europa con la mejor gente del mundo, refiriéndome a las Torres de Cotillas. Estuvimos saliendo mucho tiempo con un montón de gente, y ya al final hacíamos una comida todos los jueves, donde estaban Carlos Campillo, que yo creo que es la persona viva que más sabe del Murcia, Antonio Sánchez Carrillo, José Luis Ortín y yo. Somos los que decidimos hacerle el homenaje al ‘Maestro’ Ibarra a través del libro que hemos publicado”, recuerda honrando la memoria del legendario periodista.
“Carlos Campillo, Antonio Sánchez Carrillo, José Luis Ortín y yo hacíamos una comida todos los jueves con el ‘maestro’ Ibarra. Somos los que decidimos hacerle el libro homenaje”
Cano cuenta una anécdota angustiosa que vivió regresando de Huelva tras un duelo contra el ‘Decano’, y que tuvo como partícipes de la historia al ‘Maestro’ y a nuestro compañero de ‘Voces del Deporte’, José Manuel Cascales: “Como había llovido mucho, paramos para esperar a que amainara el temporal, con la mala suerte de que, cuando reiniciamos el viaje, las matas sueltas del monte se enredaron en las ruedas. El coche dio una vuelta y se metió en la mediana, con una fuerza que llevaba el agua que hizo que se desplazara más de un kilómetro como si fuese un barco. Las puertas no las podíamos abrir, así que salimos por las ventanillas. Cuando se enteraron Cascales e Ibarra, fueron a estar con nosotros, a ver qué nos había pasado. Yo siempre se lo he agradecido a ellos de manera privada y públicamente cada vez que he tenido oportunidad, porque fue un detalle muy bonito”.
El expresidente murcianista ha hecho muchas cosas buenas en su vida, pero una de las que más orgulloso se siente, sin duda, es de haber conseguido financiar la silla de ruedas de una niña con discapacidad. “Juan, un amigo mío que era dueño de un restaurante, se había comprometido con una vecina, que tenía una chiquilla de 11 años con el 96% de discapacidad, para ayudarla a comprar la silla de ruedas. Él lo veía difícil, le dio unos décimos de lotería para vender, pero con eso no llegaba a cubrir ni el 10%, porque era una silla especial. Juan me pidió que le echara una mano, y entonces se me ocurrió hacer unas comidas por toda la Región, e invitaba a los de la zona para que colaborasen. Era siempre un cubierto entre 20 y 30 euros y, de ahí, 5 o 10 euros para la silla de ruedas”, expresa.
“Decía el ‘Maestro’ Ibarra: «Faustino, tú es que no lo sabes, pero tienes mucha capacidad de convocatoria». Muchas de las comidas que se hacían de exfutbolistas y exdirectivos normalmente las organizaba yo. Hicimos muchas comidas, sirvió para juntarnos muchos que hacía tiempo que no nos veíamos y, como todo el mundo vio que era para una causa tan bonita, salió muy bien y para mí fue una de las satisfacciones más grandes. Dios me lo puso muy fácil, porque la felicidad me la da cuando hago algo por alguien”, añade emocionado.

Actualmente, vive desde la relajación que le proporciona la lectura, a la que dedica entre cuatro y cinco horas diarias, la paz que encuentra en el Jardín de la Pólvora y su buen hacer como abuelo, pero sigue sintiendo los colores por dentro como el primer día que los vistió. “Veo a algunos críos jugando en los jardines con la camiseta del Murcia y me quedo a hablar con ellos. Les digo que no saben el gusto que me da ver la camiseta del Murcia, porque ver la del Barcelona o la del Madrid es muy fácil. Yo primero soy del Murcia, después del Murcia y después del Torres de Cotillas. El Murcia ha sido y es muy grande, lo que pasa es que nosotros no sabemos ponerlo en su sitio”, asegura.
“primero soy del Murcia, después del Murcia y por último del Torres de Cotillas”
“Me permití darle un consejo al presidente, porque han hecho un trabajo increíble, le han dedicado muchas horas, pero si esto no va acompañado de los resultados, al final se va a quedar en nada. El Murcia necesita un socio capitalista. No puede estar como estamos ahora mismo. Hay que buscar el capital de donde sea y hacer las cosas bien para tratar de hacer un equipo más competitivo. La afición ha aguantado mucho y la hemos maltratado en muchas ocasiones. Se merece ya tener satisfacciones continuadas”, concluye.